
Los animales como compañeros de aprendizaje: oportunidades y límites
Ya sean cobayas en la sala de grupo, un conejo en el patio de la escuela o un acuario en el aula, los animales fascinan a los niños. Llevan la naturaleza al aula y hacen que el aprendizaje sea una experiencia. Pero los animales no son herramientas pedagógicas, sino seres vivos con sentimientos. Para que puedan convertirse en verdaderos compañeros de aprendizaje, necesitan protección, atención y estructuras claras.
Aprender con corazón y manos
Los animales conectan con los niños a nivel emocional. Reaccionan sin prejuicios y ofrecen retroalimentación inmediata. Cuando los niños observan, alimentan o cuidan a un animal, el aprendizaje se vuelve sensorial: escuchan, ven, huelen y sienten. Estas experiencias fomentan la capacidad de concentración, la empatía y el sentido de la responsabilidad.
Especialmente en grupos heterogéneos o entornos inclusivos, los animales pueden generar encuentros valiosos, incluso entre niños que de otro modo tendrían poca relación.
Oportunidades para el trabajo pedagógico
1️⃣ Aprendizaje social: Los animales fomentan la consideración, el trabajo en equipo y la comunicación.
2️⃣ Desarrollo emocional: Los niños experimentan compasión y autoeficacia.
3️⃣ Motivación para aprender: Los animales despiertan la curiosidad: observar, investigar y descubrir se vuelven algo natural.
Respetar los límites
Los animales necesitan protección y descanso. No deben ser sobreexigidos ni se debe «jugar» constantemente con ellos. Por lo tanto, los educadores deben desarrollar reglas claras. ¿Cuándo se puede observar al animal? ¿Quién es responsable de la alimentación y el cuidado? ¿Dónde puede retirarse?
Solo si el bienestar animal es lo primero, pueden surgir verdaderos procesos de aprendizaje.
💡 Consejo práctico:
Un «plan de servicio de animales» aporta claridad y alivia la carga.
Los niños se turnan para realizar las tareas, lo que fomenta la responsabilidad y la estructura.
Lo que los educadores deben tener en cuenta
- Definir claramente las responsabilidades (cuidado, alimentación, limpieza).
- Crear espacios de retiro para los animales: evitar el bullicio constante.
- Informar e involucrar a los padres (alergias, normas para las vacaciones).
- Reflexionar regularmente sobre el comportamiento de los niños; también esto es un proceso de aprendizaje.
Conclusión
Los animales en la escuela y la guardería no son objetos de aprendizaje, sino compañeros vivos. Ofrecen oportunidades para el aprendizaje emocional, social y experiencial, siempre que su bienestar sea el centro de atención.
De este modo, los animales se convierten en embajadores de valores como la empatía, el respeto y la responsabilidad, que tienen un impacto mucho más allá del aula.