Cobayas: pequeños roedores con una gran voz
Son pequeños, regordetes y sorprendentemente ruidosos. Las cobayas son una de las mascotas más populares en las familias. Su sociabilidad, su carácter vivaz y alegre y su lenguaje sorprendentemente diverso las convierten en verdaderas favoritas de la familia. Los niños se dan cuenta rápidamente: con las cobayas nunca hay lugar para el aburrimiento.
Conejos: saltar, acurrucarse, descubrir
Aguzan las orejas con curiosidad, saltan ágilmente por la habitación y se acurrucan unos contra otros: los conejos son una de las mascotas más populares para las familias. Su vivacidad, sus vínculos sociales y sus sutiles señales los convierten en compañeros de piso fascinantes. Para los niños es una aventura observar cómo los conejos escarban, saltan por el jardín dando brincos o dormitan relajadamente.
Hámsteres: aventureros nocturnos
Cuando todos se van a dormir, comienza la aventura para él, porque los hámsteres son crepusculares y nocturnos. Pasan la oscuridad trepando, cavando y recolectando provisiones. Para los niños es emocionante observar cómo el pequeño roedor se llena los abazones, construye túneles y explora con curiosidad su entorno. Como los hámsteres son solitarios, no necesitan una pareja, sino un recinto variado para sus expediciones nocturnas.
Ficha informativa de la rata: compañeros de piso inteligentes y sociales
«¡Mira, mamá, está mirando hacia atrás!». Las ratas son curiosas, muy inteligentes y verdaderas jugadoras de equipo. Quien las observa conscientemente una vez, se da cuenta rápidamente: estos animales piensan. Reconocen las voces, recuerdan las rutinas y reaccionan con sensibilidad a los estados de ánimo. No es de extrañar que los niños se entusiasmen rápidamente con los pequeños investigadores, porque las ratas demuestran lo emocionante que puede ser la convivencia.
Ficha informativa del ratón: artistas de la observación ágiles
«¡Mira qué rápido es!». Los ratones son diminutos, y sin embargo, encierran todo un mundo de movimiento, curiosidad y espíritu de equipo. Quien los observa, descubre pequeños acróbatas ultrarrápidos que están constantemente en movimiento: escarban, trepan, olisquean y corretean. Los niños se dan cuenta rápidamente: los ratones no son peluches, sino fascinantes compañeros de observación: ágiles, inteligentes y llenos de vida.
